domingo, 25 de abril de 2010

Teatro Cardenio, Ayamonte

Todavía andamos recolocando ideas y posibles satisfacciones de lo que antes de anoche tuvimos la suerte de percibir. Och8 Vientos realizó uno de los primeros conciertos de la pequeña gira de teatros que se va a prolongar durante todo el año por la geografía nacional y que tendrá su cenit con la presentación de su segundo disco de estudio “Camino por andar” ante su propio público el 28 de mayo en el Gran Teatro de Huelva. Ya hablaremos de ese día un poco más adelante, pero que sepan todos ustedes que están más que invitados a este acontecimiento que se nos antoja de lo más interesante de nuestro año musical.

Como decía, este pasado viernes 23 de abril, el Teatro Cardenio de la localidad onubense de Ayamonte tuvo la pronosticada aventura de acoger, junto con su increíble gente, un pasito más de lo que podemos dar como músicos de directo, que como bien saben todos los que conocen nuestro proyecto, es una característica que defendemos y de la que nos sentimos realmente orgullosos. Los conciertos están saliendo con una fuerza y una coherencia con la que siempre hemos querido sentirnos identificados; y lo mejor es que estamos acercándonos al público con una sensibilidad y comunicación relevante, con lo que la complacencia es más que interesante.

Es un autentico privilegio que el Ayuntamiento de Ayamonte confiara en nuestra música para su programación cultural de este trimestre. Volver a tocar en las tablas de uno de los teatros con mayor solera e historia de toda la provincia de Huelva fue, fuera de toda duda, una de las grandes experiencias vividas en los últimos doce meses. Quizás sea un poco ilógico, pero al alzar la mirada hacia su cielo estrellado, era capaz de viajar en el tiempo, a otros momentos musicales, a otros conciertos, a otras estancias en este querido teatro. Imagino que para algunos, bien por planteamiento o bien por insensibilidad, le supone esta afirmación ciertamente ocurrente o fuera de lugar; pero, personalmente, los sentimientos propios no tienen la necesidad de ser aceptados por los demás, se tienen y ya está.

La más de la veintena de temas de los que consta nuestro repertorio, fueron desgranándose uno detrás de otro, fluyendo desde el primer instante la comunicación entre las personas que se hallaban entre el patio de butacas y los palcos. Ayamonte se volcó con Och8 Vientos desde el primer instante, haciéndose todo más hacedero y realizable. Sinceramente, la gran cantidad de sensaciones que vivimos serán difícilmente borradas de nuestra memoria. La música fluía con una facilidad increíble, y lo mejor es que iba saliendo desde lo más profundo de nuestras intenciones. Nunca se asegura que el motivo de crear música sea la satisfacción de los posibles receptores, pero no podemos engañar a nadie si manifestamos que es algo que te hace ser más grande como persona y por supuesto, como músico.

El trabajo, la dedicación constante, los grandes sacrificios y el esfuerzo sin pausa para conseguir que la propia música crezca como para ser mostrada a los demás, es parte inexorable e inherente a nuestra vida diaria. Exponer a nivel musical tus creaciones musicales en un concierto no es algo que sólo se queda ahí, en el momento de la audición, si no que existe una labor que roza con las sensaciones de extenuación y a la vez de agitación personal.

Si a esto se le une cierta expectación por parte de los presentes en la sala, un espíritu sin prejuicios y las ganas de disfrutar y saborear nuevas sensaciones musicales, entre ambos se presentan credenciales para hacer algo con buenas maneras. Es por esto que cuando existen de las dos partes una correcta ejecución de roles, se crea un nexo de unión, algo que nos conectará ya para siempre.
Después de tanto luchar y pelear en este difícil mundo que es la música, este tipo de acontecimientos sirven para mucho, como una motivación exagerada y que te llena de manera provocadora para continuar. Y esto es algo con un valor incalculable, además de ser complejamente pagado a quien te lo presta, sobre todo por no saber cómo corresponder tanto lo dado.

Desde estas líneas mostrar nuestro más sincero agradecimiento a todos los que posibilitaron que Och8 Vientos estuviera en Ayamonte; y esperamos y creemos que no va a ser la última. Quizás sea arriesgado afirmar esto con rotundidad, pero las sensaciones que nos llevamos, que además fueron muchas, es de que todo aquel que asistió al concierto se fue para casa con muy buen sabor de boca. Muchas gracias por regalarnos vuestra presencia, vuestra colaboración y por estar en pie durante el bis, disfrutando al pie del escenario como si fuera un concierto al aire libre.

domingo, 18 de abril de 2010

Vanesa Martín en cuarto creciente

Las noches del pasado fin de semana, viernes y sábado, se han llenado de una nueva luna que va haciendo cada vez más madura e interesante. Una nueva apuesta de los técnicos del área de Cultura del Ayuntamiento de Huelva nos ha hecho poder disfrutar de los comienzos de una nueva meteórica carrera musical en nuestro querido Gran Teatro capitalino; además, para mejoría, ella es andaluza. Y el sábado, estuvo en el Teatro Sierra de Aracena, de la localidad serrana. Así es que un perfecto doblete para quien tiene por decencia una sensibilidad provista de colores e imágenes propias.

Esta cantautora malagueña está inmersa en la gira de presentación de su segundo disco, titulado homónimamente como una de sus canciones “Trampas”. Sus argumentaciones y tramas se basan casi en su totalidad en el amor y el desamor, como parte fundamental de la propia vida. Y ciertamente, se agradece que desde su concepto y terminología acapare de tan sencilla forma unas de las cuestiones más puras que se presentan en el ser humano.

Su cálida voz se antoja propicia para sus propias composiciones. Es una autentica gozada escucharla cantar. Tuve la suerte de tocar con ella un par de veces hace algunos años en Málaga, cuando comenzaba a rodar su primer disco “Agua”, el cual no fue correctamente promocionado por la que entonces era su compañía. Y con sinceridad, ha crecido enormemente en todos los sentidos, pero sobre todo en la profesionalidad y el saber estar. Ha ganado en experiencia y sabiduría, presentándose con desparpajo y calidad humana. Creo que poco a poco está sumiéndose en un proceso de responsabilidad realmente interesante.

También es de recibo hablar en esta ocasión de la gente de Huelva, que respondieron de una manera extraordinaria. Vanesa está siendo una artista cada vez más mediática, y eso se nota en este tipo de circunstancias. No había localidades disponibles desde hacia catorce o quince días. Un rotundo éxito de taquilla y un llenazo espectacular en el centro de la cultura onubense. Francamente, fue una agradable sorpresa para todos, incluso para Vanesa, con la que luego departimos unas simpáticas palabras. Se la veía exultante de alegría y satisfacción. Todo le va sobre ruedas, y eso es algo de lo que se siente agradecida y a la vez complacida porque el trabajo de tanto tiempo va dando los resultados que han ido buscando desde hace años.

Para nuestra complacencia y honor comentar que en su equipo se encuentran varios onubenses. Manolo Hernández es el encargado de hacer sonar sus conciertos. Técnico de sonido natural de Huelva con una trayectoria realmente importante que inició en su tierra con las empresas de la zona, y que en la actualidad es motivo de pelea por parte de muchas agencias de conciertos, para poder contar con él. Es un gran profesional y como bien digo, en alta estimación por parte de los conocedores del circuito musical.

Y a la batería, José Mena. Algún día dedicaremos un artículo a su persona. Buen amigo de muchos de los grandes músicos de Huelva. Profesional incansable en su mejora técnica y trabajador innato en su extenso recorrido como músico, tocando y prestando su sentido rítmico a infinidad de artistas, entre grabaciones y conciertos. En el ámbito musical, hablar de Mena es enseguida asociarlo al bien hacer y a una personalidad reconocida a pesar de sus cortos 37 años. En la actualidad, nos comentaba en camerinos, se encuentra disfrutando de lo que hace, a caballo entre su residencia actual en Madrid y Sevilla.

Una de las mejores conclusiones que un espectador de un concierto puede llevarse y sentir para su propio goce, es la del disfrute generalizado de todos en ese espacio de tiempo. Hay ocasiones en las que se puede observar esa falta de realidad, donde se provee de poca naturalidad y de rasgos artificiales. Pues bien, hacia algún tiempo que no veía con la claridad con la que Vanesa Martin nos lo demostró el pasado viernes. Con esa desenvoltura por bandera, el público tuvo la fortuna de poder observar como cuando la música mana en pureza, desde quien parte, haciéndola con conciencia y coherencia, siendo honesto con quien los han ido a escuchar.

El valor de esto es lo que quizás debemos estimar en alta medida. Que la música fluya como una sencilla expresión de lo que es. Y Vanesa Martin tiene tantas ganas de hacer bien las cosas, que eso se transmite. Se agradece enormemente que no haya intención en el engaño, como ocurre por naturaleza en algunos personajes que bien se aprovechan de la música como vehículo para sus propios intereses. Por eso llegará lejísimos, por merecimientos propios, sin trampas, como muy bien dice ella misma.

domingo, 11 de abril de 2010

La música verdadera

Es duro a menudo, ser sinceros. Quien elije la verdad como el camino en el que dar sus pasos, se suele hacer más empedrado que cuando no es así. Da la sensación de que la mentira, el engaño y las formas simples de embaucamiento, allanan el camino y lo hacen más sencillo. Y es cierto, mintiendo y adulterando la verdad es mucho más sencillo llegar a donde te propongas. Lo difícil de esto, y lo que caracteriza a estas cuestiones, es que la traición y lo desnaturalizado se apodera del ser humano. Amén de la falta de respeto y la poca consideración con los demás, aquellos a los que les decimos cuanto los queremos pero que en el fondo es una falsa.

Pues bien, afortunadamente, el camino de la música es tan inmensamente transparente que cuando alguien tan falso y con tan poca honestidad intenta acercarse de manera oculta hasta ella, a largo plazo, siempre sale perdiendo y descubriéndose toda la verdad. Es triste ir por la vida de esta forma, pero quien selecciona esas actitudes suele mostrar a la vez falta de madurez y una cobardía increíble.

Nadie se puede abanderar con la verdad absoluta, pero la intención debe ser acercarse lo máximo a la mayor sinceridad posible, por lo menos a título personal. Conozco a muchos que logran hacer de la mentira su razón, y triunfan para todos aquellos que no saben de su historia a nivel personal, de cómo se comportan, de que realidades les mueven y del porque de sus actitudes, en las que pisan todo lo pisable, y se aprovechan de todo lo aprovechable.

¿Quién no ha hospedado en sí como experiencia propia esto que estoy contando? ¿Quién no ha reconocido en sus mismas vivencias a algunos de estos personajes en el qué la mentira y la falsedad son parte indisoluble de sus procedimientos? Es parte de la propia vida hallarse con estos seres – por llamarlos de alguna manera – en alguna ocasión, y aunque son difíciles de detectar de primeras, con el paso del tiempo terminar por caerse como un castillo de naipes. No hay vacunas ni insecticidas para este tipo de parásitos, debiendo las personas honestas, tener que optar por dos posibles opciones: pensar en positivo y no dar sabido que todas las personas son así para luego decepcionarte profundamente, o bien actuar a la defensiva y darles demasiada importancia a estos personajes de la apariencia y la farsa.

Pues bien, en el mundo del arte se suceden por cuestiones similares a las humanas, este tipo de acciones. Y por mucho que pienses que aprendes la lección, te la dan una y otra vez. Es imposible detectarlos, pero en el mundo musical hay quien saca semejante provecho y beneficio en todos los sentidos. Sus argucias son en contra de aquellos que luchamos porque las cosas sean lo más honorables posibles, con vergüenza y valentía. Estos individuos demuestran la falta coherente de estos valores, apoderándose de una cobardía y una condición que cuanto más lejos este de uno mismo, muchísimo mejor.

Es imposible o realmente trabajoso luchar contra estos maestros de la mentira. Realizan una red de araña en la que convencen con sus falsas ideas y sus cualidades zalameras a todo aquel que le presta su sana intención. Para verlos y desenmascararlos hay que trazar una estrategia fuera de nuestra práctica, ya que lo dificultoso de todo esto es estar a la baja naturaleza que estos demuestran. Dar con la realidad de sus mentiras y falacias no está al alcance de todos, porque ni a veces nos interesa, o porque sencillamente no desarrollamos ideas intelectuales que giren en torno a sus propósitos.

Sembrar vientos no puede dar otro resultado que el de recoger tempestades. La manera más frívola de atajar a esta panda de calumniadores es adjuntando conceptos y situaciones en las que nos veamos afectados de manera más seria. Y aun así, la mayoría de las veces es muy complicado poder sacar conclusiones a corto o medio plazo. Pero finalmente, todo se desvanece y con ello salen a la luz los inverosímiles engaños y todas las patrañas que han sido capaces de acumular durante tanto tiempo.

No es cuestión de desear el mal a nadie, eso de poca clase y de mala condición. Y aunque a veces se constituyan posibles actitudes negativas, hay que ser coherente con uno mismo y partir de la idea de otorgar la mínima importancia a quien hace de su vida una gran mentira. Incluso deberíamos de dar las gracias a todos los que sois de esta forma de actuar, porque es a partir del conocimiento que nos otorga nuestro intelecto, el correcto aprender de que estas no son las maneras de actuar ni con los que nos rodean, ni para con nadie. Corta vida al mentiroso, tanto en la música como en la vida real, y que el poco aire que respiras se ahogue en tus hipócrita falsedad.

domingo, 4 de abril de 2010

Reflexiones en voz alta

A veces, cuando me dispongo a madurar sobre que escribir para cada lunes en nuestro Templete, delibero si merece la pena desarrollar una idea, de índole musical, en una sociedad y cultura como la nuestra. Y si ya pienso en mis paisanos y congéneres onubenses, es cuando la desmotivación acapara las mayorías de mis posibilidades. Sé a ciencia cierta, que las capacidades a nivel psicológico de unos y de otros varían en gran medida dependiendo de multitud de factores. Pero a veces intentamos hacernos más fuertes de lo que realmente somos, pretendiendo dar una imagen bastante diferente a lo que somos.

Ciertamente, este documento que ahora mismo me dispongo a rellenar con mis pensamientos y creencias, como cada lunes, recibe el apoyo incondicional de la mayoría de los amables lectores. Algo que es de agradecer desde la parte que nos toca; incluso me atrevo a afirmar, a riesgo de ser pedante en otra ocasión más, que es algo que me ilusiona de gran manera. Escribo para ustedes, intentando aportar una visión particular desde una cuidada formación musical y por supuesto un intento de ser objetivo siempre desde el respeto.

Pero de vez en cuando, se cruzan ante nosotros, posibles discrepantes a los que suelo prestarle la atención justa. Pero llegados a este punto, una encrucijada de caminos de los más sana posible – ya que no lo miro de otra forma – creo que colocarse en una perspectiva concreta es lo mejor que se puede hacer.
Nuestra disposición siempre es, desde lo más profundo, vacía de maldad e incluso sin intereses personales. Debemos mantener un espíritu colaborador y conciliador como lugar de partida. Pues bien, cuanto más se aplican estas consignas, mayor es el convencimiento ajeno de que no es así. Aquí podríamos emplear ese bien sabido refrán de que todo ladrón cree que los demás son de su misma condición. Es terrible como debemos de soportar, sólo por dar nuestra opinión profesional, constantes ataques que se utilizan para que algunos luego se coloquen en sus ideas.

Si tengo alguna queja, un sentir por algo que se puede considerar injusto, algo que creemos es mejorable o si vemos algo que se puede discernir como algo abusivo y afrentoso, no debemos tener la más mínima duda de que se puede denunciar. Es más, creo que es obligación para todo aquel que quiere estar en paz consigo mismo. Por supuesto desde el respeto, la coherencia y la valentía, pero con decisión y honestidad. El camino sólo se hace a base de verdades, no de calumnias ni de opiniones basadas en criterios particulares repletas de subjetividad o intereses personales.

Hay que saber cuando estamos en una tesitura concreta, si es fija o si tiene varias posibilidades: nadie es dueño de la realidad objetiva. Incluso podríamos afirmar que toda evidencia es relativa, haciendo de la verdad algo que puede poseer varias legitimidades. Lo que no debe ser admisible son teorías basadas en ponencias propias asentadas en conceptos patrimoniales individuales y particulares de cada uno. Sobre todo porque puedes estar esgrimidas desde el interés único y privado. Bueno, hay una opción para estas situaciones concretas, y es aquella en la que sí nos interesa la posición de alguien por tener importancia para nosotros a título personal.

Nadie es dueño de la verdad, y menos en materias artísticas, donde las teorías de la recepción son sobre todo dependientes de nuestros conocimientos. Incluso son muy influyentes los factores que unos u otros planteamos y originamos con respecto a todas esas sensaciones que tenemos cuando nos colocamos al frente de una obra de arte. Aarón Copland, compositor estadounidense del siglo XX, afirma con contundencia que a mayor conocimiento, mayor disfrute. En su libro “Como escuchar la Música”, hace una interesante síntesis sobre el proceso íntimo de escuchar, presentando una serie de propuestas para que entendamos que percibir auditivamente no se quede en algo insípido e insulso.

Debemos darle la importancia que tiene, si no es así, ¿para qué se han realizado y construyen tantas y tantas exposiciones musicales a lo largo y ancho de su existencia? ¿Qué sentido tiene hacer música desde la coherencia del propio alma? Mientras la mayoría de los viandantes de nuestra colectividad solamente contempla la música como un adorno o bien como aderezo a otras actividades. ¿Dónde ha caído el auténtico sentido de esta práctica? Seguimos entendiendo el hecho musical como una forma de expresión, un tipo de lenguaje que goza de tener las ricas propiedades que otras formas de comunicación ni por asomo se acercan. Mientras muchos de mis queridos semejantes únicamente la siguen usando a en un porcentaje ínfimo, nosotros la disfrutaremos lo máximo posible.