domingo, 3 de enero de 2010

Queridos Reyes Magos…

Como este año me he portado bien – o por lo menos, eso creo – voy a solicitarte, con todo mi cariño y humildad, que tengáis a bien aportarme una serie de beneplácitos para este 2010 que comenzó hace tan solo unos pocos días. Ya sabéis que lo mío tiene que ver con el terreno musical, peor como bien dice un buen amigo, y permitiéndome parafrasearlo, “De otra cosa no sabré, pero de música no tengo ni idea”. Así es que, desde mi aplaudida ignorancia, voy a recrear una lista con lo que mi extravagante criterio interpela e invoca si ustedes lo tienen a bien.

En primer lugar, el consabido juicio y gusto que tenemos los onubenses en eso que al arte y la cultura se refiere. Estoy cansado de que todo el mundo siga atormentándome con la manida frase de que “el libro de los gustos está en blanco”. A ver si ustedes con su poder mágico les hacen estar al corriente de que ese documento se escribió hace muchos años, y que esa estúpida frase solo es la defensa excusable de quien coloca su opinión por delante de los verdaderos estudiosos de la materia. Pues a todos esos que manifiestan su principio sabio y se basan en las listas de ventas, los circuitos comerciales o independientes, y en los medios de masas, les pido que de una vez por todas despierten.

En segunda instancia, la constante huida hacia el underground de los que queremos disfrutar en los grandes escenarios de músicas hechas con sentido, no tan solo con fines comerciales. No pido que a todos nos apetezca escuchar lo mismo, pero un poco de fiabilidad a la hora de programar por parte de los organismos competentes en cada caso. Partiendo de que la cultura educa y la televisión maleduca, ofertar los conciertos en un punto intermedio entre entretenimiento y cultura, dando la posibilidad a todos de satisfacer sus necesidades musicales.

Como tercer punto, la anhelada comprensión por parte de los ciudadanos medios de la profesionalidad tan digna que es ser músico. Es un aburrimiento ya, que te presenten como el primo que toca el violín, y el amigo se te queda mirando esperando que te pongas la nariz de payaso y comience el espectáculo. Porque el intrusismo laboral está instaurado como algo lógico y normal en la música, y teniendo que aguantar constantemente el “pero si lo hace muy bien… ¿qué necesidad tiene de estudiar?”, amparándose en que el arte no se aprende, se siente. Es de verdadero atrevimiento sugerirles a estas personas la posibilidad de que aprendan a coger el lápiz antes de escribir.

En cuarta posición, que se acaben los estereotipos dentro del mundo musical. Con lo difícil de por sí que es hacer música medio en condiciones, encima tener que luchar con las etiquetas impuestas desde el desconocimiento y la imprudencia. Por eso también ruego que se aporte a todos los aficionados a escuchar música un criterio más calificador y personal, olvidando las ideas que vuelan hasta nosotros desde negocios e imperios mediáticos.

La quinta petición va dirigida en su totalidad al público de Huelva, que sujetos al compromiso de ser mejor que nadie, buscan y apoyan antes a grupos de Despeñaperros para arriba. Ya está bien de echarle la culpa a terceras personas: la gente de Huelva es la que debe apoyar a sus artistas y no esperar que sean los demás los que nos encumbren. Es de envidia sana, y esto es algo aprobado por todos, que en otros lugares muy cercanos, como se les da todo el sustento que se necesita para poder hacer las cosas bien hechas.

Para cerrar este simposio de peticiones, por último imploro el apoyo incondicional hacia todos aquellos establecimientos públicos o privados en el que su actividad gira en torno a la cultura. Son muchos los lugares en los que se aboga por música en directo, recitales de poesía, exposiciones, etc. Vale con asistir, pero no estaría mal que nos manifestáramos más por la compresión y dedicación de estos sitios, hasta peleando por que se apoyen desde las administraciones, fomentando a los que ya existen y favoreciendo a que nazcan nuevos.

Pues nada, hasta aquí mi escueta petitoria para Sus Majestades, Magos de Oriente. Entendería que algunas peticiones fueran derogadas. Aun así, es lo que tenemos y por lo que nos queda por luchar. Mientras exista un hueco en las almas de los hombres destinadas al placer de la escucha de hermosas melodías y grandes armonías, estaremos en el puesto. Por cierto, si puedo encargar carbón, no me importaría que dejarais un poco en cada casa de aquellos que van por la vida pensando que la música es algo innecesario y de poca importancia, servidos por criterios materialistas y económicos. Y que para el año que viene, se porten mejor y dejen de pensar de manera tan soez.

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