domingo, 7 de marzo de 2010

Inconmensurable Mayte Martín

Cuantos grandes momentos se sucedieron el pasado viernes en las tablas de nuestro querido Gran Teatro. Qué suerte es volver a sentir como su voz entra de manera desgarrada por todos los sentidos del alma. Como de fácil hace trasladarnos a épocas de reminiscencias pasadas, a otras motivaciones temporales, removiendo sensaciones y tradiciones musicales tan profundas que arrancan desde nuestra propia cultura. No se ha escuchado ni percibido en toda la historia del flamenco tanta armonía en la expresión musical más presente en todo el pueblo andaluz.

Es curioso cómo se puede beber desde la propia raíz, aunque tus vivencias estén en otro lugar. Mayte Martín nace en Barcelona en 1965. Su afán, casi obsesivo, por el flamenco, arranca desde muy joven participando en multitud de actividades en peñas y centros flamencos de Cataluña. Su carrera ha sido un difícil camino, siendo parte de la importante apertura del flamenco para artistas de su misma región, la mayoría de ellos con una herencia andaluza familiar. Como por ejemplo, el últimamente galardonado con varios premios nacionales de la música Miguel Poveda.

Llegamos un poco tarde al concierto, unos cinco minutos. Pero, sinceramente, la sorpresa que nos otorgó el público de Huelva fue de lo más gratificante. Al intentar acceder al patio de butacas, observamos cómo no quedaba ningún asiento libre. Solamente localizamos un par de butacas en la platea principal, donde encontramos un pequeño hueco para poder disfrutar de la audición. La respuesta de los espectadores onubenses a la convocatoria fue espectacular. El teatro estaba lleno. Y la mayor de las satisfacciones fue encontrar a todo tipo de personas en el evento, dejando estereotipos e idiosincrasias al margen, llegando a un acercamiento general de disfrute y disponibilidad.

Y aunque en la actualidad, el concepto sobre el flamenco es diferente – quizás más artístico – no debemos renegar del verdadero sentido que origino tan magnífica y genuina forma de comunicación. El nacimiento, origen y posterior desarrollo se perpetua en el tiempo gracias a varias cualidades especificas que se mezclan entre lo social y lo musical, pero dejando este segundo apartado como un simple vehículo para poder expresarse, omitiendo en muchos casos el cuidado que hay que prestar para hacer música. Es decir, que se valora mucho más el gesto y la acción que la capacidad musical del hecho en sí.

El flamenco es un modelo de expresión musical con unas características muy concretas, siendo participe de un concepto de música popular en todas sus particularidades. Las formas de manifestación son muy concretas y especificas, fácilmente reconocible por su uso de armonía modal y esos giros tonales tan ricos, en grandes distancias rítmicas entre intervalos de diversa altura. Estamos acostumbrados, sobre todo en nuestra zona, a clasificar la escucha de estas entonaciones flamencas desde un punto de vista más humano y menos artístico. El flamenco es más una cuestión social, como una posibilidad de lenguaje práctico entre gente de un mismo grupo común.

Pues bien, Mayte Martín es capaz de recorrer toda esa gama de sonidos y alturas con un dominio musical impresionante. Pone al servicio de esta demostración, un gusto y una estética de considerables magnitudes. Su voz pasea por un mundo de sensaciones, usando dinámicas y matices con una maestría y saber que jamás se había presentado en la extensa vida del flamenco. Incluso en sus experiencias musicales cuenta con el coqueteo que mantuvo con otras formas estilísticas como el bolero y el jazz. Es de una apreciación digna su disco con el gran pianista Tete Montoliu, obteniendo multitud de premios y otorgando un nuevo movimiento a su trayectoria.

No es un artista muy prodigada en trabajos discográficos, sino que más bien su trabajo consiste en producir espectáculos de directo. Aun así es muy recomendable, a parte del disco “Free Boleros” (1996) con Montoliu, la grabación “Querencia” (2000), donde podemos encontrar temas desde el más puro, y otros a medio camino entre el flamenco y la balada. Nos referimos al corte “Ten cuidao”, donde se pone de manifiesto una literatura digna de un enorme tema, llegando a tener en su momento, una repercusión mediática muy interesante.

Huelva volvió a vibrar con Mayte Martín, y espero que no sea la última. Es una cantaora muy apreciada por estos lares, tal y como ha quedado demostrado en sus visitas a nuestra provincia. Y aunque de vez en cuando, pongo alguno de sus discos para mi regocijo personal, lo que más me satisface es poder sentirla en sus conciertos. Menos mal que en estos tiempos de mediocridad musical, alguien es capaz de hacer remover en mi, toda afectividad y emoción.

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