domingo, 11 de abril de 2010

La música verdadera

Es duro a menudo, ser sinceros. Quien elije la verdad como el camino en el que dar sus pasos, se suele hacer más empedrado que cuando no es así. Da la sensación de que la mentira, el engaño y las formas simples de embaucamiento, allanan el camino y lo hacen más sencillo. Y es cierto, mintiendo y adulterando la verdad es mucho más sencillo llegar a donde te propongas. Lo difícil de esto, y lo que caracteriza a estas cuestiones, es que la traición y lo desnaturalizado se apodera del ser humano. Amén de la falta de respeto y la poca consideración con los demás, aquellos a los que les decimos cuanto los queremos pero que en el fondo es una falsa.

Pues bien, afortunadamente, el camino de la música es tan inmensamente transparente que cuando alguien tan falso y con tan poca honestidad intenta acercarse de manera oculta hasta ella, a largo plazo, siempre sale perdiendo y descubriéndose toda la verdad. Es triste ir por la vida de esta forma, pero quien selecciona esas actitudes suele mostrar a la vez falta de madurez y una cobardía increíble.

Nadie se puede abanderar con la verdad absoluta, pero la intención debe ser acercarse lo máximo a la mayor sinceridad posible, por lo menos a título personal. Conozco a muchos que logran hacer de la mentira su razón, y triunfan para todos aquellos que no saben de su historia a nivel personal, de cómo se comportan, de que realidades les mueven y del porque de sus actitudes, en las que pisan todo lo pisable, y se aprovechan de todo lo aprovechable.

¿Quién no ha hospedado en sí como experiencia propia esto que estoy contando? ¿Quién no ha reconocido en sus mismas vivencias a algunos de estos personajes en el qué la mentira y la falsedad son parte indisoluble de sus procedimientos? Es parte de la propia vida hallarse con estos seres – por llamarlos de alguna manera – en alguna ocasión, y aunque son difíciles de detectar de primeras, con el paso del tiempo terminar por caerse como un castillo de naipes. No hay vacunas ni insecticidas para este tipo de parásitos, debiendo las personas honestas, tener que optar por dos posibles opciones: pensar en positivo y no dar sabido que todas las personas son así para luego decepcionarte profundamente, o bien actuar a la defensiva y darles demasiada importancia a estos personajes de la apariencia y la farsa.

Pues bien, en el mundo del arte se suceden por cuestiones similares a las humanas, este tipo de acciones. Y por mucho que pienses que aprendes la lección, te la dan una y otra vez. Es imposible detectarlos, pero en el mundo musical hay quien saca semejante provecho y beneficio en todos los sentidos. Sus argucias son en contra de aquellos que luchamos porque las cosas sean lo más honorables posibles, con vergüenza y valentía. Estos individuos demuestran la falta coherente de estos valores, apoderándose de una cobardía y una condición que cuanto más lejos este de uno mismo, muchísimo mejor.

Es imposible o realmente trabajoso luchar contra estos maestros de la mentira. Realizan una red de araña en la que convencen con sus falsas ideas y sus cualidades zalameras a todo aquel que le presta su sana intención. Para verlos y desenmascararlos hay que trazar una estrategia fuera de nuestra práctica, ya que lo dificultoso de todo esto es estar a la baja naturaleza que estos demuestran. Dar con la realidad de sus mentiras y falacias no está al alcance de todos, porque ni a veces nos interesa, o porque sencillamente no desarrollamos ideas intelectuales que giren en torno a sus propósitos.

Sembrar vientos no puede dar otro resultado que el de recoger tempestades. La manera más frívola de atajar a esta panda de calumniadores es adjuntando conceptos y situaciones en las que nos veamos afectados de manera más seria. Y aun así, la mayoría de las veces es muy complicado poder sacar conclusiones a corto o medio plazo. Pero finalmente, todo se desvanece y con ello salen a la luz los inverosímiles engaños y todas las patrañas que han sido capaces de acumular durante tanto tiempo.

No es cuestión de desear el mal a nadie, eso de poca clase y de mala condición. Y aunque a veces se constituyan posibles actitudes negativas, hay que ser coherente con uno mismo y partir de la idea de otorgar la mínima importancia a quien hace de su vida una gran mentira. Incluso deberíamos de dar las gracias a todos los que sois de esta forma de actuar, porque es a partir del conocimiento que nos otorga nuestro intelecto, el correcto aprender de que estas no son las maneras de actuar ni con los que nos rodean, ni para con nadie. Corta vida al mentiroso, tanto en la música como en la vida real, y que el poco aire que respiras se ahogue en tus hipócrita falsedad.

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