domingo, 18 de abril de 2010

Vanesa Martín en cuarto creciente

Las noches del pasado fin de semana, viernes y sábado, se han llenado de una nueva luna que va haciendo cada vez más madura e interesante. Una nueva apuesta de los técnicos del área de Cultura del Ayuntamiento de Huelva nos ha hecho poder disfrutar de los comienzos de una nueva meteórica carrera musical en nuestro querido Gran Teatro capitalino; además, para mejoría, ella es andaluza. Y el sábado, estuvo en el Teatro Sierra de Aracena, de la localidad serrana. Así es que un perfecto doblete para quien tiene por decencia una sensibilidad provista de colores e imágenes propias.

Esta cantautora malagueña está inmersa en la gira de presentación de su segundo disco, titulado homónimamente como una de sus canciones “Trampas”. Sus argumentaciones y tramas se basan casi en su totalidad en el amor y el desamor, como parte fundamental de la propia vida. Y ciertamente, se agradece que desde su concepto y terminología acapare de tan sencilla forma unas de las cuestiones más puras que se presentan en el ser humano.

Su cálida voz se antoja propicia para sus propias composiciones. Es una autentica gozada escucharla cantar. Tuve la suerte de tocar con ella un par de veces hace algunos años en Málaga, cuando comenzaba a rodar su primer disco “Agua”, el cual no fue correctamente promocionado por la que entonces era su compañía. Y con sinceridad, ha crecido enormemente en todos los sentidos, pero sobre todo en la profesionalidad y el saber estar. Ha ganado en experiencia y sabiduría, presentándose con desparpajo y calidad humana. Creo que poco a poco está sumiéndose en un proceso de responsabilidad realmente interesante.

También es de recibo hablar en esta ocasión de la gente de Huelva, que respondieron de una manera extraordinaria. Vanesa está siendo una artista cada vez más mediática, y eso se nota en este tipo de circunstancias. No había localidades disponibles desde hacia catorce o quince días. Un rotundo éxito de taquilla y un llenazo espectacular en el centro de la cultura onubense. Francamente, fue una agradable sorpresa para todos, incluso para Vanesa, con la que luego departimos unas simpáticas palabras. Se la veía exultante de alegría y satisfacción. Todo le va sobre ruedas, y eso es algo de lo que se siente agradecida y a la vez complacida porque el trabajo de tanto tiempo va dando los resultados que han ido buscando desde hace años.

Para nuestra complacencia y honor comentar que en su equipo se encuentran varios onubenses. Manolo Hernández es el encargado de hacer sonar sus conciertos. Técnico de sonido natural de Huelva con una trayectoria realmente importante que inició en su tierra con las empresas de la zona, y que en la actualidad es motivo de pelea por parte de muchas agencias de conciertos, para poder contar con él. Es un gran profesional y como bien digo, en alta estimación por parte de los conocedores del circuito musical.

Y a la batería, José Mena. Algún día dedicaremos un artículo a su persona. Buen amigo de muchos de los grandes músicos de Huelva. Profesional incansable en su mejora técnica y trabajador innato en su extenso recorrido como músico, tocando y prestando su sentido rítmico a infinidad de artistas, entre grabaciones y conciertos. En el ámbito musical, hablar de Mena es enseguida asociarlo al bien hacer y a una personalidad reconocida a pesar de sus cortos 37 años. En la actualidad, nos comentaba en camerinos, se encuentra disfrutando de lo que hace, a caballo entre su residencia actual en Madrid y Sevilla.

Una de las mejores conclusiones que un espectador de un concierto puede llevarse y sentir para su propio goce, es la del disfrute generalizado de todos en ese espacio de tiempo. Hay ocasiones en las que se puede observar esa falta de realidad, donde se provee de poca naturalidad y de rasgos artificiales. Pues bien, hacia algún tiempo que no veía con la claridad con la que Vanesa Martin nos lo demostró el pasado viernes. Con esa desenvoltura por bandera, el público tuvo la fortuna de poder observar como cuando la música mana en pureza, desde quien parte, haciéndola con conciencia y coherencia, siendo honesto con quien los han ido a escuchar.

El valor de esto es lo que quizás debemos estimar en alta medida. Que la música fluya como una sencilla expresión de lo que es. Y Vanesa Martin tiene tantas ganas de hacer bien las cosas, que eso se transmite. Se agradece enormemente que no haya intención en el engaño, como ocurre por naturaleza en algunos personajes que bien se aprovechan de la música como vehículo para sus propios intereses. Por eso llegará lejísimos, por merecimientos propios, sin trampas, como muy bien dice ella misma.

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