domingo, 3 de octubre de 2010

La Música presente en la Fundación Atlantic Copper

Las señas de identidad de cualquier persona o elemento se desarrollan en base a sus acciones o reacciones. La música puede aportar y ser aporte de muchas de nuestras actitudes. Quizás vivamos en una sociedad donde todo se hace corriendo, se busca constantemente el pragmatismo y donde los resultados deben ser a corto plazo para hacerlos interesantes. Pero esta filosofía deja atrás innumerables valores que dan al humanismo integro y trascendental las piezas necesarias para una totalidad universal.

Si a todo eso, además se le une la intencionalidad de una buena causa, nos encontramos en una inmejorable situación de calidad humana en todos los sentidos. Y cuando la música une las almas y los pensamientos de todos los que la aman, poniéndolos en común, surge la magia de las razones más esenciales. Esto nos conduce a realidades tan fastuosas y admirables que cuando en esta situación nos vemos inmersos, una alegría desmedida se hace con nosotros y con nuestra propia historia.

El pasado sábado tuvimos el enorme placer de poder compartir todo esto con una banda madrileña donde su única razón de existencia es la verdadera pasión por la música: “Tomorrow at six”. Gracias a la Fundación Atlantic Copper, promotora desde sus inicios de la lucha desmedida por las cosas y la gente de Huelva, pasamos una más que agradable velada en compañía de grandes éxitos del rock, el blues y otras estéticas afines de los años sesenta, setenta e incluso ochenta.

Hicieron un recorrido de casi tres horas de duración por temas seleccionados con enorme gusto que hicieron las delicias del público presente en la Sala Magna del edificio Jacobo del Barco de la Facultad de Humanidades, situada en nuestro campus universitario. Comentar la inestimable y desinteresada colaboración de nuestro referente académico a nivel superior. Trabajar así, con tantos apoyos institucionales debe satisfacer en gran medida a la organización, algo que nos consta que es mutuo.

Ciertamente, tampoco hubo un denominador estilístico común, sino que fueron viajando en el tiempo a través de piezas que fueron coreadas, acompasadas con las palmas, e incluso bailadas. Las tribunas de asientos se convirtieron en un hervidero del disfrute e improvisadas pistas de baile, donde más de uno de los asistentes dejaron volar su expresividad corporal al compás de canciones de artistas tan variados como Tina Turner, con su “Proud Mary”, y canciones tan conocidas como “At Last” de Glen Miller, “La chica de ayer” de Nacha Pop – único tema en español que cantaron –, alguna cosita de “Dire Straits”, o por ejemplo “C’est la vie” del inagotable Chuck Berry, entre un buen puñado de tributos del mismo orden.

La banda, conducida por el abogado Luis Figaredo, contó con la inestimable colaboración de muchos de los componentes de la gran familia que Atlantic Copper tiene en su factoría de Huelva y en las oficinas de Madrid. Incluso Javier Targhetta, colaboró de manera efusiva en el concierto atreviéndose a cantar el gran tema de Nicola di Bari “I giorni dell’arcobaleno” junto con su “hermano” Luis al bajo, tal y como reflejó en el acto de presentación del espectáculo.

Todos los componentes, participaron de manera efusiva, donde resaltaron en enorme medida su pianista y la interpretación de varios temas usando un pedal steel, que es un tipo de guitarra eléctrica, que utiliza una barra de tonos para pisar las cuerdas, en lugar de los dedos como se hace con una guitarra convencional. El instrumento se coloca horizontalmente, con las cuerdas hacia el guitarrista, y normalmente se toca con una cuña metálica, de donde le viene el nombre.

Pero la realidad que condujo y movió todo el evento fue la prestación a dos causas importantísimas en nuestra ciudad: por un lado “Proyecto Hombre”, y por el otro “Valdocco”. Se reconocieron las grandes necesidades y el interés en que la oferta sea lo más equitativa para muchas personas con falta de oportunidades, así como la inserción en nuestra sociedad de seres humanos que por cuestiones diversas no tienen esas circunstancias favorables de las que gozan los demás.

La música mueve montañas, pero la razón es el motor de la propia vida. Deberíamos reconocer que el lado más humano es el que está constituido por dos partes bien diferenciadas, pero que se apoyan mutuamente. Se necesitan, y todo se desnaturaliza cuando sólo vemos una de ellas o les falta la parte proporcionada de alguna de estas cualidades: por un lado nuestra fracción emotiva y sensorial, y por otra la virtud de la conciencia y el pensamiento. Gracias a ambas, se produce la increíble y correcta perfección utópica que todos buscamos.

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