sábado, 3 de octubre de 2009

¿Es tan bueno lo qué nos gusta?

Arrastramos, a veces, una soberbia denotada por nuestra propia seguridad y autoconfianza. Y sí, yo la tengo, soy el primero en declararlo abiertamente. Es más, creo que el haberme enfrentado a ella y superarla en cuanto a su propia concepción, me permite juguetear con esa firme realidad y buscarle sus consecuencias y posibles soluciones.

Debemos partir de un concepto claro y contundente: la objetividad al cien por cien, en su totalidad, no existe. Incluso puede variar por cuestiones múltiples al mostrarse de forma semejante en casi todas las ocasiones. En muchos de estos momentos la realidad es tan relativa como que cada uno somos de nuestro padre y de nuestra madre. Con lo que basar esa verdad verdadera en como yo lo ve uno mismo es el primer error.

La capacidad de reflexión, de pensamiento y de la valoración crítica tienen que actuar como una auténtica guadaña. Y la situación es que es algo que en la vida cotidiana hacemos con total naturalidad y eficacia. Pero si esta misma respuesta es buscada en cosas más triviales o personales, nos encontramos con la esa verdad demostrable se muestra con variantes muy características de las circunstancias propias de cada uno de los mortales: fidedigna subjetividad.

En el caso particular de la música, nuestro taxativo criterio se debe imponer con superioridad manifiesta, ya que lo que escuchamos, y no cabe la menor duda, es sin duda la música de mayor rango que jamás se haya compuesto… las preguntas son: ¿de dónde sale ese planteamiento? ¿Cuál es la base teórica desde donde lanzo tal razón?

Normalmente lo que ocurre es que desconocemos esos motivos para lanzar afirmaciones tan particulares y privadas como las de ser de un equipo de futbol o de otro.
Es más que habitual el tener que soportar los gustos musicales de conductores desaforados en automóviles que por un rato se convierten en improvisados salones de baile, discotecas o centros de concierto. Y yo, sinceramente, no tendría ningún problema en que cada cual cuide sus orejas como quiera, y que les dieran el tratamiento que cada uno quiere para sí, mientras tanto el volumen no superara los famosos sesenta y cinco decibelios permitidos por ley y aprobados por la Organización Mundial de la Salud para cuestiones de contaminación acústica.

Pero aun no siendo así, yo ni me enorgullezco de escuchar la música que escucho, ni mucho menos me molesta lo que escuchan los demás. Y para rizar el rizo, algunos se defienden atacando: siempre es mucho mejor lo que yo escucho que la música que pones tu…

Yo estoy dispuesto a sodomizar mi estética musical siempre y cuando alguien me diera razones de peso para pensar en lo contrario que en los pequeños conocimientos musicales me permiten cimentar mis ideas. No son válidas las excusas personales sin fundamentación como por ejemplo “es aburrido”, “es muy antiguo” o “poco moderno”, etcétera. Esas afirmaciones sin establecer criterios serios y básicos, no sirven para nadie ni para nada. Eso sí, nos hacen fuerte en nuestro propio mundo. Algo que solo nos vale a cada uno de nosotros para autojustificarnos las cosas, y que a menudo es intrascendente, ya que con uno mismo no se tiene que demostrar casi nada.

Dispuestos a girar aun más la dichosa tuerca, esas opiniones dogmaticas tan personales, lo único que hacen es cerrar aun más si cabe nuestras intenciones. Me parece muy interesante el hecho de no poner etiquetas a nada… trabajar a nivel auditivo cualquier música desde la perspectiva de lo que nos puede aportar y si lo que tengo o lo que me queda por escuchar podría aportarme cosas nuevas, sensaciones inesperadas, conceptos por descubrir, pensamientos por tener, etc.

De este modo, muchos de los que leerán este pequeño ensayo podrán remitirse a abundantes situaciones vividas como las comentadas. Todo lo nuevo atrae, pero en cuanto a lo musical, existen multitud de casos en los que de pleno rechazamos una obra musical por prejuicios exiguamente desplegados, sin darle oportunidad a algo que posiblemente llene nuestra apreciación y satisfacción. Creo que esta es una cuestión de madurez sensitiva: el logro personal de tener un firme criterio sobre una materia concreta cede ante la posibilidad real de la música que escuchamos.

Lo ideal sería fijar unos parámetros lo más objetivos y efectivos posibles. Y partir de ahí… porque todo lo demás es luchar contra conceptos personales, algo que debemos respetar pero que seriamente no nos lleva a ningún punto de veracidad, ni de provecho. Las opiniones bien fundamentadas son a aquellas que debemos prestar atención. Todas las restantes son tan individuales y exclusivas que serían imposibles de seguir aunque tuviéramos intención de ello.

4 comentarios:

  1. Hace algún tiempo, en Catalunya un empresario del gremio, creó un programa informático que era capaz de reconocer si una canción determinada llegaría a ser algo así como la canción del verano. Tenía diferentes parámetros (que imagino conseguirían a la inversa con los éxitos de veranos anteriores). Según parece, la idea no es ninguna tontería aunque no se si les funcionará o no el negocio.
    A mi parecer, no creo que nadie hoy en día ponga en duda la calidad de, por ejemplo,la música clásica. Habrá a quien le guste más o menos pero todos coincidiremos en que es música de calidad. Así, si seguimos en la historia con los músicos que la han sobrevivido, seguiremos coincidiendo en que esos son los que tienen calidad y los olvidados no. Elvis, Jimi Hendrix, Gene Vincent, Beatles etc. La cosa se complica y empiezan las deserciones, al respecto de considerar la calidad musical, a medida de que nos acercamos a la actualidad. Ahí ya entran de lleno el marketing de masas y con mis razonamientos anteriores se podría pensar que por ejemplo Shakira, por decir alguien, es calidad. Pero solo lo podríamos saber con certeza si dentro de x años su música estuviera todavía vigente o se considerara un clásico. Pero claro, al hilo de tu escrito, ¿que parámetros debiríamos de seguir para "valorar" a Shakira? En principio creo que sería imposible meterlo todo en el mismo saco para definir quien es más y quien menos. Por tanto y siempre en mi opinión, habría que separarlos por categorias musicales. Luego separar letras de músicas, directos de grabados, calidad de los instrumentistas,en fin, un montón de parámetros que aún así estarían expuestos a discrepancias, porque ¿quien dice que Bob Dylan no canta bien? por ejemplo. O algún grupo que comercialmente no haya tenido mucha repercusión y que realmente pudiera tener calidad y no gustara a nadie.
    Realmente es complicado.
    Felicidades por tu buen artículo.

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  2. Excelente disertación... pero creo que si hubiera que moverse en un único parametro ese sería en el de como se compone dicha obra, pero sólo a nivel musical.

    Todos esos argumentos que has comentados son lógicos a la hora de valorar otros aspectos, que como he dicho en el articulo, son mas subjetivos que otra cosa: el marketing, sus campañas promocionales, los productores que saben que dar a los que compran discos, etc...

    Pero hablaba de algo más profundo y tomado menos en cuenta: la música es simplemente música... Bach murio en el más absoluto ostracismo, y ahora es considerado el padre de la música moderna. Si no llega a ser por que a Mendelsonn o Schubert les dio por darle su sitio, nadie si quiera lo conocería (aunque siempre se ha estudiado en los conservatorios y por los grandes compositores del clasicismo vienes y el romanticismo alemán).

    Quiero decir con esto, tal y como le ocurrió a Van Gogh, cuando entran en juego valoraciones irreales como por ejemplo si a nivel economico es rentable, si va a ser escuchada o vista por la gente, asimilada o no a nivel personal, etc., es algo poco interesante por ser demasiado poco objetivo.

    Aun así, me idea era dar pie a no tener prejuicios a la hora de seleccionar lo que escuchamos, y tu demuestras mucho control en el tema con grandes piezas y artistas. Pero como bien dices, Shakira vendera mucho, pero no creo que el parametro de quedar en la historia pueda ser factible usarlo durante el siglo XX, ya que los datos se han falseado y nos han adoctrinado en algo que da la sensacion que es muy personal, pero realmente no es asi, ya que ellos manejan los conductos de la informacion y nos condicionan.

    Si los Beatles en vez de nacer en un país desarrollado con una clase media acomodada y pudiendo gastar sus emonumentos en cultura y demas cuestiones fuera de las primeras necesidades, y con un negocio emergente a nivel de discograficas y espectaculos, hubieran nacido en Thailandia, te aseguro que tendrían el lugar que bien se merecen ahora por estar donde tuvieron que estar...

    Ser buenos a nivel artistico es complejo a nivel de que se conozca, pero no se tiene porque necesitar de la fama para hacer la música de los ángeles: habras escuchado a Javier Ruibal, no?¿ es un claro ejemplo de lo que digo.

    En fin, este debate puede aletargarse en el tiempo... gracias Xavi por leerme y por tus felicitaciones, que ya sabes son reciprocas por tus palabras y dedicación.

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  3. A mi modo de ver la música solo existe en la psique de cada persona, llega como un estímulo externo para el que la escucha y allí en su cerebro se conforman un todo de sensaciones y percepciones, con los que cada uno crea su propia melodía basada en su estructura mental, sus experiencias y capacidad sensitiva e incluso, porqué no decirlo, desde su inteligencia o su fanatismo.
    Lo mismo ocurre a la hora de crear la música, que debe nacer de la esencia espiritual del compositor, algo intangible y que se convierte en la ardua tarea de hacer que esos sentimientos vibren en el aire a modo de notas y melodías.
    Como le pasó a Heisenberg, lo que intentamos observar se ve modificado por nosotros mismos y no te digo, lo que intentemos crear... gracias a Dios!

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  4. Totalmente de acuerdo Fran, pero la pregunta es ¿de donde sale? ¿es necesario tener antes una base para la que poder sentir o crear? Antropologicamente está demostrado que la cultura fundamenta ese conocimiento previo; por ejemplo, estamos acostumbrados a escuchar musica bajo el sistema diatónico de dos modos, mayor y menor. Solamente eso, ya condiciona...

    Gracias por lo que has dicho, me parece junto con el de Xavier, un discurso inteligente e interesante.

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