domingo, 22 de noviembre de 2009

Oportunismo e intrusismo musical

Estos dos conceptos, los cuales yo siempre he emparentado a la estafa y al engaño, son parte del contenido de un discurso constante en la vida artística occidental desde hace unas décadas. Quizás por omisión, o bien por confusión, este planteamiento básico se ha plasmado en multitud de producciones y se han vendido con imágenes que han ayudado a la tomadura de pelo constantemente. Quizás se puede pensar en el reproche como actitud personal, pero lejos de esa postura, y con la tranquilidad de ser lo más objetivo posible en mis ideas, me siento con la responsabilidad de llevarlo hasta donde se puede llegar.

Consideramos que para todas las disciplinas humanas se debe y requiere tener una formación minuciosa, tanto teórica como mayoritariamente experimental. Nadie en su sano juicio, se pondría en las manos de un señor que nos dice que es médico para que nos opere de apendicitis, y no ha estudiado y puesto en práctica los estudios universitarios de medicina. Desde luego sobra decir que ninguno de nuestros queridos lectores se fiaría lo más mínimo de dejarse intervenir quirúrgicamente por alguien que dice saberlo hacer aunque lo haya aprendido a través de un curso por correspondencia. Pues este ejemplo extrapolado a otras realidades puede resultar efectivo.

Las atribuciones que cada cual posee se deben a una extensa formación, tanto en el terreno técnico como en el empírico, que como hemos comentado antes es en multitud de ocasiones, es inclusive más importante. Aun así, en el terreno artístico sufrimos las continuas intromisiones de individuos y grupos de personas que ni tienen formación como para participar de estos lenguajes, ni siquiera, que es aún peor, hacen por tenerla. Y por supuesto, la música no es la única disciplina junto con las otras artes que sufre de esta pandemia. Un ejemplo manifiesto es el de los periodistas. ¿Cuántos personajes mediáticos quitan literalmente el puesto de trabajo a muchos y grandes profesionales de la información?

Este es un debate extenso y pesado. Pero, ¿por qué se les da tanta cancha a estos inventos pseudo músicos? ¿Dónde tienen lugar todos aquellos grandes artistas y virtuosos que dejan su vida por formarse como músicos? Una de las cuestiones que a menudo hemos tanteado es la de si merece la pena tanto esfuerzo, dedicación, trabajo y sacrificio, si luego llega algún producto, normalmente manejado entre campañas de marketing o bien por encantamientos propios, y la última argumentación es la importancia de la música en todo esto.

No concebimos la vida sin música; pero tampoco sin músicos en cuanto a producción artística. Otra cuestión es el concepto humano de la música en sí, sin necesidad de la aprobación general de un público establecido, si no del concepto popular y participativo que representan este tipo de lenguajes musicales. Es decir, que la música como interpretación y expresión del pueblo en términos generales existe y existirá por siempre, posibilitando el hecho de que todos podemos usarla como parte indisoluble del ser humano.

Pero perceptiblemente existe una amplia línea que separa la música popular de la música hecha con conciencia. El siglo XX ha visto como esta música de corte habitual se ha impuesto por sus características de sencillez y simplicidad para acercarse de manera más próxima hasta los oídos de los consumidores. Lo interesante de todo esto es que incluso los músicos que han trabajado en estos ámbitos se han preocupado en formarse. El caso más extraordinario es el de The Beatles, que a pesar de todo lo conseguido casi de forma innata y sin conciencia, durante toda su carrera artística asistieron y procuraron atender sus necesidades musicales con la búsqueda constante del saber musical.

En la actualidad hay mucho cantante o similares productos que con sacar la voz de su cuerpo ya están exigiendo un lugar dentro del panorama musical. Sin ningún tipo de interés por hacerlo siempre lo mejor posible, se contentan con reclamar y demandar su posición de “estrellita” sólo por tener conciencia de que con una bonita voz ya se abren las puertas del éxito, en todos los sentidos.

Es de vergüenza ver cómo actúan estos enormes artistas de las grandes producciones discográficas en las que su rostro por si mismo vende todo lo vendible. Pero eso sí, eso de cantar bien se queda para otros: para los que luchan cada día con sus estudios. De todas maneras, la conclusión a la que llegamos no es para culparles a ellos, si no a todos los que los escuchamos e incluso los apoyamos. Estos viven exclusivamente de nosotros y de nuestras opiniones, y desafortunadamente, estas están demasiado condicionadas por agentes externos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario