domingo, 1 de noviembre de 2009

La música en lata



Como las buenas conservas, el concepto de la música grabada se ha hecho útil para guardar como memoria y elemento musicológico todos o gran parte de los archivos sonoros que se ha producido durante el siglo XX y en los venideros. En ese sentido, ha sido toda una revolución en cuanto a las posibilidades de conservación y difusión de infinidad de composiciones, sobre todo a nivel popular, que se hubieran perdido o no hubieran encontrado respuesta de los oyentes. De hecho, las iniciales pruebas fonográficas de Edison, el fonoautógrafo de Leon Scott y otros intentos de realizar experimentaciones con el sonido, sólo tenían una intención: poder almacenar lo que escuchaban.

Todo el desarrollo y la evolución posterior, son un entramado de tecnologías y avances uno sobre otro. Thomas Edison recreó un sistema de grabación analógica capaz también de reproducir una serie de ondas que se transforman en vibraciones mecánicas escritas en surcos dentro de un cilindro recubierto de cera u otro material similar. Lo llamó fonógrafo. Para reproducir lo grabado se procedía a realizar la acción a la inversa sugestionando una fina aguja que recogería esa vibración, pudiéndose amplificar a través de un cono o bocina.

La aparición del gramófono y del disco de vinilo casi a finales del siglo XIX va a posibilitar el primer uso comercial de las grabaciones acústicas. Este tipo de disco también va a presentar una serie de cambios, evolucionando en tamaño, materiales, calidad sonora y el hecho de poder usar las dos caras, representando un nuevo avance. Emile Berliner va a patentar el gramófono como aparato capacitado para únicamente para reproducir. Para grabar se siguió usando en gran medida un tipo de fonógrafo mejorado. Pero el disco de vinilo se impuso por su capacidad de fabricación en masa.

En 1925 se comienza a extender el uso del tocadiscos, que ajusta la reproducción gracias a que se produce de manera eléctrica, y no electroacústica. Consiste en una cabeza móvil que consta de una aguja que recibe las vibraciones de los surcos de los discos y está preparado para recogerlas y a través de un amplificador poder emitir. De este modo, teníamos control de volumen del sonido. También el hecho de constar de un motor que hacia girar el disco de manera automática, facilito su expansión y utilidad.

Paralelamente a todas estas prosperidades tecnológicas, se estuvo trabajando en la grabación y reproducción en cinta magnética, dando origen finalmente a un uso constante de este sistema para los estudios de grabación. Es decir, desde casi principios de siglo la mayoría de las producciones fonográficas se decantaron por la grabación en cinta con multitud de formas y métodos, dejando para comercializar exclusivamente el disco de vinilo. Pero a partir de los años 60 se va a crear un modelo más económico y con ciertas ventajas de producción en cinta magnética: el casete compacto.

En todo esto, la aparición de numerosas propuestas para mejorar la calidad del sonido analógico nos llevo, por ejemplo, a la creación del sistema estéreo o a la eliminación del ruido incidental con el Dolby tipo B, además de otras mejoras en cuanto a materiales, como la cinta de cromo. Y por supuesto, la era de la Alta Fidelidad.

Pero a la postre, todas estas intenciones se van a quedar obsoletas en cuanto aparecen las nuevas fórmulas digitales. Las mejoras en todos los sentidos fueron claves: costes, calidad del sonido, manipulación instrumental, comercialización,… y así hasta un largo etcétera. La difusión del disco compacto como soporte de audio digital causo una autentica revolución a todos los niveles. Un negocio que mantenía unos dividendos de progreso desde su creación se tornaron en una industria de enorme repercusión mediática y social.

Muy poca gente que hace uso de la música como consumo propio, nunca se ha detenido a plantearse lo fácil que tenemos el poder escuchar y disfrutar de los estímulos sonoros con tan sólo apretar un botón. El hecho de complacerse en tiempo real con una buena composición u obra musical en el preciso instante en el que se nos antoja recibir esa información audible, es algo que alcanzaríamos, si pudiéramos, a remitir a muchas de las generaciones de nuestros antepasados.

No somos conscientes de muchas de las facilidades que nos otorgan las tecnologías más novedosas,… pero en concreto en cuanto a la escucha musical diaria, deberíamos de tener presente como todo un proceso de perfeccionamiento nos ha otorgado esta posición, con todos sus valores. Y aunque durante todo este tiempo de gestación hay quien ha hecho negocio de este progreso, hay que darle su valía y reconocer su pureza. De estos otros mercaderes y tenderos musicales hablaremos en breve.

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