lunes, 30 de agosto de 2010

Estudios Rimshot

Como si de una huida del sol se tratará, nos hemos subido esta semana hasta la madrileña localidad de Pozuelo de Alarcón donde reside el cuartel general de nuestro querido amigo Carlos Lillo. En su estudio, acogedor y hospitalario, se gestó y produjo el segundo disco de la banda onubense Och8 Vientos. Debido a una serie de despropósitos, se ha aletargado la grabación de las voces hasta que por fin, Alba Casado se ha mostrado como la parte que terminaba de integrar el concepto musical de la manera más profesional posible.

Pero no vamos a hablar de la banda, ya que en su momento se ha intentado acercar a nuestros lectores a la realidad que viven los músicos en su trabajo diario y hay quien ha visto otras intenciones, imaginamos que malintencionadas y fuera de sitio. Vamos a tratar, con toda la voluntad de mundo, que conozcan una de las labores más omitidas del mundo de la música, la de los técnicos de estudio donde se graban y realizan muchos de los audios que luego los demás disfrutamos en innumerables momentos.

Carlos Lillo, nuestro “aprieta botones” – como a él le gusta autodenominarse –, lleva más de veinte años grabando a diestro y a siniestro miles de proyectos que pasan por su estudio de Madrid, o bien, se desplaza a otros para llevar a cabo de su cometido. Ha conocido y trabajado con muchos de músicos que ponen la banda sonora a nuestras vidas, y es uno más dentro de un sistema perfectamente organizado donde tiene mucho que aportar, e incluso que aconsejar. Sus funciones son circunscritas pero en realidad no tienen límites, llegando a servir para un roto como para un descosido.

Ha experimentado el paso del mundo analógico a la era digital, donde los sistemas informáticos se han impuesto en todos los ámbitos tecnológicos, por lo que es sabedor de cómo funciona de raíz todos los parámetros técnicos. Ese conocimiento le aporta un número importante de aciertos en las producciones y da mucho más valor a la obra sonora, ya que se parte de unas premisas básicas muy útiles para dar humanidad real a la grabación.

En el orden digital actualmente, el manejo de las estaciones de trabajo fonográficas es de obligado tramitación por parte de cualquier técnico de sonido, usando el estándar de la empresa americana AVID (la antigua Digidesign) que se denomina Pro Tools. El acceso a estos servicios requiere de una formación y dedicación bastante importante. De hecho, poseer este tipo de equipos con hardware y software incluidos es algo excepcional y poco habitual, por presupuesto y por manejo.

A parte, toda una gama impresionante de equipo tanto imprescindible como auxiliar se presenta por todo el estudio. Carlos es un gran amigo del mundo de la microfonía, teniendo una extensa colección de transductores de todos los colores y procedencias: Neuman, Shure, sennheiser, etc. Previos, compresores, ecualizadores, amplificadores y muchos más aparatejos se concentran en varios muebles racks por el área de actividad.

Una de las características más llamativas y funcionales del estudio es la falta de comunicación visual, es decir, que no existe ventana entre el estudio y la pecera. Eso es algo que al principio, acostumbrados a otros lugares similares, nos resultó extraño y ciertamente arriesgado. Pero después de probar, les aseguramos que es de lo mejor para grabar en total intimidad y relax.

Ahora sí, como ocurre en multitud de ocasiones, por mucha tecnología y por mucho equipo que se tenga, lo realmente importante es el factor humano. Y con Carlos Lillo vamos sobrados de amabilidad; como le hemos dicho, ya es parte de nuestra familia para siempre. Da igual que estemos a seiscientos kilómetros de distancia, le estaremos siempre agradecidos por su compresión y apoyo desmedido. Fue una absoluta fortuna dar con él, una casualidad que ha hecho crecer un proyecto por derecho, de gran esfuerzo y de una enorme satisfacción.

Con todos los honores del mundo, destacar una profesionalidad de descomunales credenciales, enseñándonos muchas y substanciales cuestiones que vamos a poder usar en nuestros conciertos y muchas de las actuaciones que nos quedan por hacer. Desde nuestro pequeño universo agradecer a Carlos su paciencia y atención constante: sin ti no hubiera sido posible que siguiéramos pensando en tanto “Camino por andar”.

Por extensión corresponder y reconocer todo el cuidado y diligencia que muchos profesionales desarrollan en aras de lo bien hecho por detrás de todo lo que se proyecta. Ellos son los verdaderos culpables de que todo esto marche, y desde estas líneas nos encantaría hacer nuestra aportación al respeto de tantos y tantos técnicos de audio que nos encontramos en cada uno de los eventos.

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